viernes, 14 de mayo de 2010

Determinación


Esa noche las nubes ocultaban la luna y las estrellas, los detalles de colores y sombras en las calles brillaban por su ausencia.
En la plaza de la ciudad no había nadie porqué ya se había superado el límite del toque de queda. Solo los escombros de las batallas entre la resistencia y el gobierno autoproclamado daban a entender que por allí había pasado gente.

Tengo una mano en el bolsillo agarrando una hoja doblada y dos platanos en la otra, esperando.
Al poco rato llega mi padre y empezamos a hablar, de repente noto dos golpes en el estómago y salgo despedido atrás unos metros. Al caer al suelo y advertir la gravedad de los dos disparos, empiezo a sacar la hoja para darsela a mi padre para que la entrege él a la resistencia.
- DAME LOS PLATANOS
Me guardo la hoja justo cuando llega a mi, e inesperadamente me quita los platanos.
- NOOOOOOO!!!!
Grito más por descubrir que él es el traidor que porqué se lleve los platanos. Entonces se da media vuelta me tira un trozo de platano y se va.
Me levanto muy despacio y con dolor, el estómago me quema y duele muchísimo. La espalda también duele, y sangro mucho.
Cojo el trozo de platano del suelo apretandome la barriga con las manos. Empiezo a andar hacia el punto de encuentro con la resistencia.
Cada paso me mata desde dentro, no se ve nada ni nadie por las calles. Camino arrastrando los pies, camino apoyandome con todo lo que encuentro, paredes, coches.
La sangre mancha la camisa, los pantalones, las zapatillas, hasta el suelo.
Al llegar a la zona de aparcamiento caigo al lado del 4 latas.
Llega mi contacto y le doy la hoja ensangrentada y el trozo de platano más rojo que amarillo.
- QUE TE HA PASADO?
- MI PADRE....ÉL ES EL TOPO
Oigo unos sonidos y después unas voces.

Llego a una clínica clandestina, en un edificio viejo de las afueras. Me suben a una cama, me intuban, me pinchan con jeringas, pero ya no las noto. Cortan la camisa por la mitad, pierdo la conciencia.

Siete horas después hay una chica y un chico esperando en el pasillo lleno de camas improvisadas.
Llega un médico.
- HEMOS ECHO TODO LO POSIBLE, ESTÁ MUY GRAVE.
UNA BALA SE ALOJÓ AL LADO DE LA COLUMNA. LAS 24 HORAS SIGUIENTES SON CRÍTICAS.
SI SOBREVIVE A ESTA NOCHE TIENE ALGUNA POSIBILIDAD DE VIVIR. PERO PUEDE QUEDARSE EN SILLA DE RUEDAS.
- PODEMOS VERLE?
- POR SUPUESTO

En una habitación con los pacientes más graves una chica coje la mano al hombre con la cintura y el pecho vendados que está estirado en la cama, con los ojos cerrados como si durmiera.
Al poco rato llega otra chica llorando, se sienta al lado libre del hombre y le envuelve la mano con las suyas y se las lleva al pecho.
- YO LE QUERÍA
- LO SÉ

viernes, 23 de abril de 2010

Amanecer


Tres hombres en pie, trajeados. Una pista de baile exterior, todo está en blanco y negro. Se acercan un par de ojos (azules), helados, profundos, detrás de ellos una mujer, bellísima, elegante, con un vestido largo. Nadie abre la boca. El hombre del medio da un paso adelante, dos, tres, se acerca a la mujer, le ofrece la mano, ella la acepta, empiezan a bailar, primero despacio, con cautela, luego ya con más ritmo. Paran, se miran a los ojos, sin decir nada se besan.
Como puede ser que se enamore de una chica con solo mirarle a los ojos? Los otros dos hombres estan con la boca abierta. La pareja siguen bailando como si ellos dos fueran los únicos en el lugar...
Tiitiitiitiit, tiitiitiitiit, tiitiitiitiit. Mierda....apago el despertador, casi lloro al recordarlo todo, me sobreviene una pesadez, me cuesta respirar. Tomo aire profundamente, me levanto.

Canto a la esperanza


Una tarde calurosa de abril cuando la luz del sol le cuesta dar paso a las luces artificiales que poco a poco aparecen en las fachadas para iluminar la noche. Una habitación atestada de gente, mucho ruido, muchas voces, muchas caras y entre ellas sobresale la de una madre de tez morena con su largo pelo caido sobre sus hombros, rizado, espeso con la cabeza gacha a escasos centimetros de su hijo.
No se da cuenta ( ni quiere ) de los demás, como si estuviese sola en su mundo y sin dejar de mirar a su bebé acunado entre sus brazos ni un instante, levanta el dedo índice para acariciar la cabeza del pequeño, que con sus diminutos ojos cerrados no ve la mirada de su madre, la mirada más sincera y llena de amor que una persona pueda mostrar a otra. No la ve, pero la entiende, y en su aún creciendo corazoncito sabe que hay álguien que se sacrificaría por él sin pensarlo, sin culpar a nadie, solo por amor.